El arte de hacer y deshacer

Arte o pánico, en función de lo que se lleve hecho hasta el momento.

En realidad es algo que le sucede a todo el mundo, tarde o temprano. Y aunque lo ideal sería que sucediera más temprano que tarde, a veces no ocurre así.

Razones para deshacer lo que tanto trabajo y esfuerzo te ha costado hay muchas, desde que no has interpretado bien el patrón a que has querido hacer un experimento que no ha salido bien, pasando porque te has comido un punto en un momento dado y más tarde te das cuentas que ese pequeño fallo puede mandar al traste todo tu proyecto.

A mí personalmente me da una rabia tremenda tirar del hilo y volver a enrollarlo en el ovillo, cuando su lugar natural no es ese. Pero estoy aprendiendo a hacerlo, y de hecho acabo de terminar un gorro precioso tras varios intentos fallidos.

En realidad no se trataba del primer gorro que hacía. Así que dada mi experiencia, que a decir verdad no era demasiada, iba de listilla y pensé que con saber hacer el punto no necesitaba nada más. Craso error, como veremos a continuación.

El primer fallo de todos fue empezar el gorro por la parte de arriba. Es lo que siempre había hecho, así que ¿por qué cambiar ahora? Hice mi anillo inicial y fui aumentado poco a poco, hasta tener un círculo bastante decente.

Aquí el asunto no pintaba mal.

Visto que la cosa tiraba, seguí aumentado un poco más, metiendo más puntos de los necesarios para hacer esa especie de onda. El objetivo final era un gorro que se recogiera un poco en la parte superior, así que para mí fue el paso lógico.

Algo de ondulación si que tiene: aún no había llegado el momento de preocuparse.

Seguí aumentado un poco más, hasta que decidí que ya bastaba y que había llegado el momento de empezar a hacer la forma. Es un paso muy simple que consiste en dejar de aumentar y mantener siempre el mismo número de puntos, para que ya se ajuste a la cabeza.

¿Bonito? Si, pero no.

No iba mal, en realidad, pero fallaba algo. Tenía una estructura perfecta para hacer una boina, pero no para el gorro que iba buscando. Así que aprovechando que tenía otro medio ovillo en casa, decidí empezarlo de nuevo con más aumentos al principio, para ver si así se ajustaba más a lo que iba buscando. Sin embargo no hizo falta mucho para darme cuenta que tampoco así funcionaba.

No mejora. Nada en absoluto.

Llegado a este punto decidí volver hacia atrás, replantearme desde cero el proyecto y volver a empezar. E hice lo que debería haber hecho desde un principio: leer bien el patrón que tenía. Y sin embargo más adelante comprobaremos que tampoco lo leí tan bien, pero cada cosa a su tiempo.

Mi patrón decía que primero debía hacer la parte inferior, lo que va ajustado a la cabeza. Eso fue bastante fácil, y no tardé demasiado en hacerlo, uniéndolo al final para dar lugar a esa forma redonda.

Aún no está unido, pero iba tomando forma.

Una vez que tenía la circunferencia, el siguiente paso fue empezar a hacer los puff stichies para dar forma al gorro. Hice tres vueltas con el mismo número de puntos, y toda emocionada pensé que ya casi lo tenía.

De hecho, empezaba a tomar forma.

Sin embargo se me metió en la cabeza que había que ir disminuyendo. A fin de cuentas lo que yo quería hacer era un gorro, y mi lógica me decía que tenía que ir quitando puntos poco a poco hasta llegar al final. De hecho lo hice y pasé de los 44 puffs que tenía en un principio a unos 4 al final. Deje la aguja, muy contenta, observé mi resultado, y vi que era feo con avaricia. No se parecía ni mucho menos a lo que había visto en el patrón, así que en algún momento debí de haber malinterpretado algún punto.

Por suerte no tengo foto de este paso, pero creedme. Era feo. No quedaba bien.

Volví a patrón inicial. A leer. A mirar paso a paso y buscar dónde estaba mi fallo. Y por fin lo encontré: no se trataba de ir reduciendo puntos con el paso de las vueltas, sino de mantener el mismo número de puntos que en el inicio, para que cuando se llegara a la longitud deseada se unieran los extremos.

De nuevo había mal interpretado el patrón, y tocaba volver a deshacer. Una vez más. Pero ahora, por fin, parecía estar en el camino correcto por lo que me puse a ello. Y por fin, ¡por fin!, salió este gorro tan bonito.

Costó. Pero ya está aquí.

Al final saqué dos conclusiones: que es mejor pararse un poco más para entender el patrón y lo que estás haciendo, y que de no ser así puedes hartarte a deshacer lo que tanto tiempo ha costado hacer.

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